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Marino - Iberia

 Domingo, 28 de enero de 1945

 

CAMPEONATO DE CANARIAS

 

MARINO F. C.  <>  C. D. IBERIA 

 

EL MARINO GANA EL PRIMER ENCUENTRO DE CAMPEONES

Venció al Iberia, en una lucha sin relieve alguno

El partido de Campeones entre "marinistas" e "iberistas" defraudó totalmente a los millares de espectadores que llenaron por completo el nuevo Estadio Las Palmas

EN TENERIFE SE DIRÁ LA ULTIMA PALABRA

2 - 0. Ni el Marino y menos el Iberia se mostraron dignos de este choque y dieron una sensación desmesurada de juego atropellado que todos esperábamos se fuera corrigiendo cuando desapareciera el fuego y el nerviosismo tradicionales en los primeros momentos, pero que, por desgracia, persistió - apenas sin excepción alguna - durante los noventa minutos del encuentro, conduciendo al bostezo.

Casi hay repetición. Una angustiosa cara presentó el encuentro para el Iberia, apenas puesto en juego el balón. Porque el Marino se adelantó inmediatamente con un gol y luego se sucedieron tres más, de los cuales uno solo fue legal. Temimos entonces por el cuadro tinerfeño y llegamos a pensar en que aquella lucha Real Club Victoria-Price - que el año anterior sucumbió estrepitosamente por 9-1 - iba a tener repetición, con otra catástrofe similar para el conjunto representativo de la vecina isla. El ambiente y el desconcierto acuciante que predominaba en las filas del "once" visitante parecían un claro mal agüero...

PinillasMás siguieron avanzando los minutos, engarzados en el predominio azul, y llegó el descanso con los dos goles de todo el partido. Y ya no hubo nada más, aún cuando al Marino se le ofrecieron múltiples ocasiones para elevar el tanteo al límite de lo tranquilizador. El quinteto ofensivo lo echó por los suelos con su indecisión y escaso nervio ante la puerta.

¿Quién iba a decir al Iberia que alcanzaría volver a Tenerife con sólo dos goles en su contra, después de los conatos iniciales en que todo se le mostraba adverso?

No ha sido una victoria esta para el cuadro blanquinegro tinerfeño, desde luego. Pero tampoco el Marino ni sus miles de incondicionales ni la afición de Las Palmas pueden sentirse alborozados por este resultado sumamente pobre, teniendo en cuenta que el cuadro azul tuvo en sus manos, claramente, casi sin discusión, una de las más redondas goleadas, de esas que no hubiera cabido réplica en el estadio tinerfeño.

Esa delantera. Le está dando malos ratos al Marino ese ensueño de su delantera ante el gol. Por ella probó el amargor de la derrota frente al Real Victoria, en el último encuentro que libraron de la competición local. Ante el Iberia ocurrió lo mismo. ¿Cómo se puede culpar a otra línea, sí el equipo dominó constantemente, aunque los medios no tuvieran su tarde? La realidad es que en estos encuentros "de copa", más aún que en los torneos largos, se precisa morder pronto y empujar siempre con bríos decidiéndose en el disparo. De este tuvo unos chispazos el ataque, en los comienzos, refrendados eficazmente, para después dormirse sobre los laureles y entregarse a un incoloro correr ante la puerta, en que defensores y atacantes se mezclaran en el más desconcertante "maremágnum".

No se ofrecen cabos para un desmembramiento en conjunto, en busca de individualidades destacadas. Descontando la solidez del trío defensivo, muy batallador Polo y Cristóbal como garantía indiscutible bajo los palos - ¡qué admirable paradón el suyo, a aquel cabezazo de Asensio! - un poco de serenidad en Oramas y otro de ardor en el ala Bartolo y Molowny en la delantera, ya... no queda otra cosa. Pero el conjunto, de zagueros para arriba, no alcanzó a enlazarse en juego. Quizá el Iberia, con su correr alocado, no permitiera tampoco mucho de esto...

Muy desacertado Minguine, lo mismo que Jerez, particularmente el extremo, que se desenvolvió con el santo de espaldas en toda la tarde. Salvemos de esta línea a Molowny, que repartió unos servicios espléndidos de visión e inteligencia, cual el pase que raseó a Pinilla por medio de las mismas barbas de los defensores.

¿Es este el Iberia? Si en el Marino anduvieron mal las cosas, en el Iberia no cabe margen de salvedad. Y nos resistimos a dar por sentado definitivamente que este equipo sea el que venció al Hespérides en el decisivo encuentro del campeonato de allá.

Porque el Iberia debe tener otra cara y el Marino debe pensar en ella cuando desande el cuarto de singladura camino de la vecina capital.

Es muy posible que el "once" del Toscal se sintiese impresionado y apabullado con la inspiración azul del comienzo, que pareció azotarle un tanteo rotundo de expresión. Sin embargo, no es motivo para que el Iberia se desluciese tanto y resumiese endebles por la totalidad de sus líneas, causando una impresión totalmente decepcionante.

Podemos analizarlo en un trío defensivo que hace agua visiblemente por los costados, un terceto medio ausente de la tierra de nadie, perdido en la defensa a que obligaba la presión azul, y una ofensiva roma, eclipsada, que únicamente tuvo un botón de muestras en Teodoro, vigilando muy de cerca.

La amenaza de lluvia. De entrada se cernió una tempestad sobre el Iberia, que caló un amago de lluvia de goles. A los tres minutos se obtiene el primer tanto valedero. Un centro de Pinilla, flojo y corto, que Cándido y Jerez entran a un tiempo. Pero el centro delantero azul ganó la partida, tocándola ligeramente, y Molowny sólo tiene que meter el pie para que el cuero siguiese la senda de las mallas.

Volvió a marcar Jerez, aunque sin pasar al casillero, a los pocos instantes, rematando de cabeza, en claro off-side que Llombet vio y sancionó justamente anulando la jugada.

Y el segundo tanto. Dieciocho minutos. La pelota, sacada hacia atrás por Molowny, pretendió despejarla Cándido, fallando, y Zuppo, muy oportuno, le imprimió el sello de sus botas.

Más tarde, otro gol anulado a Jerez, nuevamente en fuera de juego.

Después del descanso despertó por unos instantes el bando del Toscal y amenazó la zona marinista. Así se produce un cabezazo intencionadísimo de Asensio. El gol parecía irremediable. Pero surge Cristóbal y hace una "palomita", ágil y rápida cazando el balón. El público le ovacionó largamente.

EusebioY volvieron las cosas a su punto y el Marino siguió dominando, sin resultado práctico, mirando su delantera con ojos de cristal la meta defendida por Cándido. Y el equipo azul dejó el tanteo en la diferencia de la primera parte desesperando más ante el gol. Pudo conseguir la elevación en varias ocasiones. Cuando Jerez avanzó por el centro y, desbordada la zaga albinegra, chutó... a las manos del cancerbero. Y el tiro de Molowny, tras un "dribling" corto, que Cándido consigue desviar, el público cantando ya gol.

Alineaciones:

Marino: Cristóbal; Polo, Victoriero; Bartolo, Oramas, Méndez; Pinillas, Zuppo, Jerez, Molowny y Minguine.

Iberia: Cándido; Sosa, Mario; Arturo, Eusebio, Nóbrega; Teodoro, E. Núñez, Bello, Viera y Asensio.

Bueno el arbitraje de A. Llombet. Estuvo a punto de complicársele el partido con los duelos Minguine-Arturo y Polo-Asensio, que dieron raíz a otras brusquedades. Pero ya sabemos lo que es el fútbol y lo que son las cosas del fútbol. Y no por ello hay que pedir ni conceder la cabeza y el moro... Ese fue el mejor acierto del colegiado tinerfeño: guiarse siempre por su propio y sereno raciocinio, dejando aparte los sentimentalismos y exigencias de unos y otros.

Antes de empezar, la lucha, con los equipos alineados en el centro del terreno, el presidente de la Federación de Fútbol, camarada Velázquez, a quien acompañan los miembros del Comité directivo de la citada Regional y presidente de la Federación Tinerfeña, entregó el trofeo de campeón al capitán del Marino, Victoriero.

¿Qué saldrá de Tenerife? Y Ahora, después de todo esto, tras de esta lucha que no pasará ciertamente a la historia, la pregunta obligada: ¿Qué saldrá de Tenerife? ¿El 2 - 0 del Marino será suficiente renta para el partido de vuelta a celebrar en la vecina isla hermana de Santa Cruz?